14/12/09

Pfff que buenas letras escupe éste señor

Transcribo de la página de Conaculta para ustedes

14 de diciembre de 2009
 Todo proceso creativo es inconsciente, ajeno a la razón e incontrolable: Hugo Hiriart
Comunicado Núm. 2099
***Tengo horror de escribir de más, a veces pienso que debería parar, dice el autor reconocido en el área de Literatura y Lingüística

Nada que tenga que ver con la creación artística es racional, consciente y controlado. Todo proceso creativo es inconsciente, ajeno a la razón e incontrolable, afirmó el narrador, ensayista y dramaturgo Hugo Hiriart y Urdanivia, ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009, en el campo de la Lingüística y la Literatura. Los reconocimientos son entregados por el gobierno federal a través de la Secretaría de Educación Pública.

Entrevistado en la sala de su casa de San Ángel, rodeado de libros y discos de música de concierto de los más diversos compositores e intérpretes, con su habitual tono pausado y suave, el escritor afirmó que la inspiración viene y se va cuando quiere, aparece y se forma en la cabeza sin que se pueda saber cómo llega.

“Uno no sabe por qué tiene un estilo, cuándo se adquirió, cómo se formó. Nadie escribe como quiere, nadie lo hace voluntariamente de un determinado modo; se escribe como buenamente se puede, como sale. Es un mundo que no tiene nada de voluntarista ni de bonapartismo, es un mundo en el cual uno espera que venga la inspiración”, reflexiona.

Conversador nato, Hiriart enriquece cada opinión o comentario con citas, recuerdos o ejemplos que amplían el sentido de sus afirmaciones, salpicadas con bromas o comentarios chuscos. Interrogado respecto de cómo nació su interés por la lectura y la escritura, dijo que ocurrió hace tanto tiempo que no lo recuerda con precisión, pero que sin duda su pasión por leer está ligada a un juego solitario que hacía de niño con soldaditos y con plastilina.

“Era una pasión semiliteraria, imaginativa, no verbal. Con la plastilina hacía manadas de elefantes, las imaginaba en movimiento, camino hacia el cementerio de los elefantes o cualquier otra cosa. El de los soldaditos no era ese juego absurdo y primitivo con canicas, sino un juego muy intelectualizado de viajes, de peligros, en el que cruzaban un país misterioso. Era un juego de dimensiones que proseguía día tras día, con exploradores, fugitivos y lo que se me ocurriera”, rememoró.

De tal manera, comentó el Premio Nacional Xavier Villaurrutia 1972, que cuando recibí de manos de mi padre la primera novela que leí, La isla misteriosa, cayó en tierra muy abonada y fecunda. “Me encantó y ahí contraje la adicción a la lectura que no me ha abandonado desde entonces”.

Por otra parte, dijo que siempre ha creído que no se escribe por gusto sino por la ambición de hacer algo que trascienda, bien hecho, lo más cercano posible a la perfección. “Este tipo de ambición, a veces combinada con otras más espurias, de voy a demostrar lo que soy capaz de hacer, es lo que lo mueve a uno a escribir, así como cierta curiosidad de ver a dónde llegan ciertos principios que a uno se le ocurren”.

“Esa expectativa que siente el lector y que lo impulsa a seguir leyendo, también la siente el escritor y el orgullo de hacer algo bien, algo ejemplarmente bien, de decir esto es como se debe hacer, es la motivación más legítima del arte. Si uno lo hace por ganar un premio, ser famoso, tener el reconocimiento de lo demás, todas esas cosas un poco ridículas, está uno falseando”, resaltó.

En opinión de Hugo Hiriart, la única cosa que se puede permitir legítimamente un artista es eso, dar una prueba de maestría, enseñar cómo se alcanza la perfección en cierto género, en cierta manera o estilo. “Todo lo demás no importa, si se lee o no, si es best-seller, si gana dinero, todo eso es secundario. En arte sólo cuenta la perfección, la maestría, el número y el éxito no importan. Cuando uno se acerca a eso, se adquiere cierta respetabilidad. Sólo perdura lo magistral y lo peculiar, lo auténtico, raro, singular, propio”.

Detalló que el arte de la literatura consiste en dos cosas esenciales: por un lado, en una cierta capacidad de juegos verbales muy rápidos que se hacen al escribir y cierto paladar para acomodar las cosas; por el otro, en una capacidad, un gusto, un regodeo imaginativo, una desmesura, un uso desaforado de la imaginación y a partir de ahí crece algo como un animal. A veces muy de prisa, en otras lentamente.

Observó que James Joyce aseguraba que su escritura era tal, porque carecía de imaginación y no podía inventar nada. Entonces, todo lo que escribía lo había visto y lo había oído. “Si uno lee el Ulises o el Retrato del artista adolescente, todo es escrupulosamente tomado de la realidad, pero tenía una capacidad verbal bestial, gigantesca, de las más colosales del siglo, una exigencia con el mismo enorme y una inventiva literaria gigantesca. Eso es distinto de la imaginación, es un ejemplo cómo acomodar bien algo”.

En su caso personal, Hiriart dijo recurrir muy poco a la realidad vista como el estado de cosas. Y agregó que hasta ahora que escribe algunas cosas que tienen una remota relación con México, todo lo demás es completamente imaginativo. “En mi obra no hay nada autobiográfico ni cosas que haya visto o que sucedido aquí a la vuelta. Son cosas que he inventado, que se me ocurren. Evidentemente a trasmano se meten cosas de mi vida, pero nunca con intención. Me asombra que haya escritores que lo puedan hacer. A mí me disgustaría enormemente hacerlo”.

Añadió que si bien se considera una persona optimista y con buen humor, piensa que la vida es horrible, ambigua, frustrante, fugaz, muy insatisfactoria y llena de gente espantosa; aunque reconoció que también hay gente increíble, que es como un cisne o una garza real, pero de esa clase hay muy poca.

Frente a ese panorama, indicó que para un artista el arte y la lectura, son vías para escapar de esa realidad. “Yo no entiendo y creo que ningún artista, como vive alguien que no es artista. Si le preguntamos a alguno si sabe cómo vive un ama de casa, un cartero, un peluquero, un notario público, no entiende. Le parece una existencia vacía, extraña. Por eso se tiene esa capacidad de obsesión y de fuga”.

El autor de Galaor, Cuadernos de Gofa y La destrucción de todas las cosas, entre otras novelas, aseguró que no le preocupa el tiempo que se tarde en terminar una obra. “Las cosas tardan lo que deben tardar y cuando están bien hechas llevan tiempo. Lo que se hace al trancazo, aunque no es regla, difícilmente queda bien. Un poema o un cuento a veces pueden salir de golpe; en la novela no, a veces uno tiene momentos o golpes de inspiración que le pueden permitir avanzar 50 cuartillas, pero a veces se frena uno mucho tiempo, meses, semanas”.

Tras afirmar que no tiene ni la menor idea de cuántos libros ha leído, pues desde que se inició con La isla misteriosa hasta la fecha nunca ha dejado de hacerlo, agregó que no son muchos. “Lo que pasa si uno lee un libro y no platica de él, es como si no lo leyera. Hay que leer y hablar o escribir de ello, usarlo y reelaborarlo para que se quede. Entonces, como siempre me ha gustado hablar de libros, de lo que leo y lo que estoy leyendo, se me quedan cosas. Lo que uno elabora y habla, se hace propio y se retiene”.

Hiriart aseguró no ser un lector selectivo y que le gusta mucho la historia, porque le apasiona la gente y saber por qué hace las cosas que hace, desentrañar el enigma que implican los motivos de una conducta. Me produce gran curiosidad saber cómo la gente hace inteligible el mundo en el que vive, qué es lo que entiende del mundo. De hecho las novelas tratan de eso, de cómo la gente hace o no inteligible su vida”.

De igual manera, rechazó tener autores favoritos. Y explicó que si siente que un autor escribe de la manera en que él lo hace, ya no le interesa porque no le da nada. “Tengo la idea de que escribir es hacerlo de manera más clara y sencilla posible; que la cuartilla debe ser invisible, que para el escritor debe ser completamente translúcida y no debe aparecer haciendo monerías. Ese es mi ideal”.

En ese sentido, resaltó que uno de los autores que lo atraen por su estilo y lee con gusto es Ortega y Gasset, a quien definió como absolutamente barroco y modernista, un autor elaboradísimo; mencionó también a Gabriel Miró y a Valle Inclán, cuya prosa calificó de modernista y elevadísima, todos ellos antagónicos a su estilo.

“Creo que es natural que uno se asombre ante lo diferente. Son los misterios, las peculiaridades de la inventiva. Creo honestamente que eso le pasa a cualquier artista. El arte es pura limitación”.

Al hablar del Premio Nacional de Ciencias y Artes, Hugo Hiriart dijo verlo como un regalo. “Me da gusto, pero nada más. No me envanece ni modifica en nada mi trabajo. No he aspirado a ninguna forma de notoriedad, más bien a no tenerla. Siempre me ha gustado dar un paso atrás y quedar en la penumbra. No ocupar el centro de nada, no dirigir nada, no estar al frente de nada, no ser conspicuo, no me gusta”.

Sobre qué sigue en su vida, luego de obtener este reconocimiento, entre risas manifestó que con dificultad aún hace algunas cosas. “A veces me digo que a lo mejor ya debería parar. Tengo horror a escribir de más, a empezar a hacer cosas cuando ya no me salen. Hay un momento en el que hay que detenerse para no hacer el ridículo.

Quizás uno debiera hacer lo que Arreola y Rulfo, decir esto es lo que pude hacer y no más. No lo hacemos porque pensamos que quizás logremos algo mejor, pero en realidad cada vez cavamos una fosa más profunda”.

No obstante, adelantó que actualmente prepara una compilación de ensayos; continúa en su actividad docente en una universidad, escribe y publica artículos, además “estoy escribiendo una novela y otras cosas muy despacito. “La verdad es que ya no tengo el entusiasmo, la rapidez y el brío de antes. Escribo por ratos, no como antes. Sin embargo aquí estoy”.

Hiriart reveló que tiene pensado dedicarle tiempo al grabado, hacer una serie. “Ya he hecho algunas con la técnica del aguafuerte y las he vendido muy bien, pero reclama mucho tiempo”.

“Pienso hacerlo el año que entra, dedicarle un poco de tiempo. Ir a trabajar con Emilio Payán, quiero hacer una carpeta de grabados en blanco y negro, muy sencillos, con la técnica de la punta seca. Es otra de mis pasiones, al igual que la artesanía”, concluyó.



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