21/11/10

Lo que necesitas

A lo largo de mi vida, y a partir de que tuve conciencia para darme cuenta, he necesitado pocas cosas pero tremendamente importantes.

Creo que gran parte se lo debo a la forma en la que me educaron cuando era pequeño. Mi tio abuelo me inculcó el Budismo, religión de la que aún me siento parte porque creo en ella y en mi, y mi familia nuclear que me inculcó el catolicismo del cual aprendí el respeto a la muerte.

Cuando tenía como 10 años mi abuela postiza era una señora muy devota del catolicismo y hasta era respetada en la colonia, es una especie de curandera y chamán moderna, ella acostumbraba llevarnos a los rosarios y a los velatorios de la gente que se moría en la colonia. No tengo idea de a cuántos cadáveres vi pero lo más impresionante no eran los cuerpos si no la tremenda tristeza de los que se quedaban implorando respuestas y soluciones. Eso pasaba entre semana que estaba con mi familia nuclear. Pero los fines de semana la gente encargada de cuidarme me enseñaba el budismo y me explicaba que la muerte no era el fin sino sólo una fase de la inmensidad de la vida.

Hoy sé que lo que necesito para vivir no está en mi pc, ni en mis bolsillos y mucho menos lo traigo puesto, mis necesidades son las ideas, las palabras, los cambios mentales, la perpetua duda y el pensamiento. Sí, es un concepto que no formulé cuando era pequeño pero que ahora lo comprendo mejor, pero cuando era niño algo de eso ya se notaba, no era de los que pedían muchos juguetes ni mucho dinero, a mi me gustaba y aún me gusta estar solo, así, acompañado conmigo mismo, ver el cielo, caminar, leer, y de vez en cuando platicar y hasta tener contacto social. Aún me gusta hacer esas cosas, pero le añado el escribir, escuchar, observar y estar con la Luna, la gatita que ha renunciado a gran parte de sus instintos para vivir en casa.

Trato de entender la vida, pero creo que de eso no se trata si no de vivirla.

7/11/10

Traigo 3 puntos suspensivos en la mano y sabré como usarlos.





El viernes pasado tuve un accidente en el trabajo gracias a que me absurda creencia de que no me pasará nada, pero pasó. Me corté con la tapa de una lata de alimentos (piña en almíbar) el pulgar izquierdo, no fue divertido, pero creo que afortunadamente me pude calmar y tomar decisiones rápidas y necesarias (levantar la mano, lavarme, y presionar un poco para parar el sangrado). Me llevaron al hospital, y yo tan tranquilo, sólo preocupado por que el sangrado no siguiera.

La doctora no estaba y eso que era un hospital privado, pero parece que en México los juramentos hipocráticos van después de pagar los impuestos, en fin, ahí andaba con mi mamá toda preocupada y la doctora entra toda tranquila para decir un: Por acá por favor.

Me agradó la silla con descansabrazos alto, me gustan los muebles de hospital, como que están chidos y duraderos.

Me quitó la gasa y ZAZ! Sangre mucha y ella ni se inmutó, hasta la abrió más para ver, y yo de chismoso viendo mi carne abierta mientras me desangraba. Me cae que soy re guapo por dentro, todo rojo. Tres o cuatro puntadas dijo la doctora que hasta el momento no me había saludado. Y cuando escuché el “tres puntadas” por mi mente pasaron tres puntitos suspensivos, tan maravillosos ellos y tan perfectos a la situación.

Me suturó, me dio la receta y se fue. Creo que tiene síndrome de prostituta, porque llegó hizo su trabajo, dijo la cuenta y sin despedirse se fue. Me agradó la doctorcita, porque al fin y al cabo yo no le iba a pagar por una plática ni un abrazo, sino porque me cerrara la herida por la que se me iba a salir el corazón como decía mi abuela postiza.

A veces lo feo no es la herida, si no la cicatrización. Al bañarme me di cuenta que la gasa que tenía contacto con la herida semi-cerrada tenía sangre cicatrizada con ella, además de que los sobrantes de los puntos se habían enredado con la tela de la misma. Ahora tenía una herida semi-cerrada con todo y el remedio que para ése entonces ya no servía. Sé paciente, me dije, si te arrancas la gasa la herida se abrirá de nuevo y quizá hasta se abra un punto, asté tranquilo y desate el nudo. Me tardé como 10 minutos en el asunto pero se pudo sin que saliera más herido. Como decía a veces la cicatrización es peor, ahora tengo un dedo que me duele más que cuando me lo corté, me estorba más que cuando era útil, y no lo puedo usar. Sé que así debe ser, pero…duele.

7 días con puntos suspensivos en la mano izquierda. Algún uso les debo de encontrar.