10/3/09

¿Qué paso mi jefe?, ¿asi nos llevamos?





Cierra bien la puerta, no quiero que nos molesten.

No quiero que me contestes nada de lo que te voy a decir, ¿me entiendes? Sí (contesta ella, con un gesto de sumisión y amor al status quo). ¡Pendeja! (le grito mientras mi puño cerrado se acerca por instinto a su vientre) te acabo de decir que no me contestes nada, lo último que me importa ahora es tu opinión.

¿Qué chingados hacías con ese “puto” afuera de la escuela?, ¡¿he?!, y no me vengas que era para hacer un trabajo porque esas me las sé de memoria, es que no mames que buscas en ése cabrón si tienes todo conmigo.

¿Qué haces?, ¡déjame la verga en paz! que hoy no me vas a contentar con tus mamadas (de mi boca sale un alarido y para quitarla de ahí, mi rodilla se mueve hacia su cara, está llorando y ya hay sangre en la alfombra). ¿A dónde vas?, no he terminado, y ni se te ocurra encerrarte en el baño (se escucha el azote de la puerta contra el marco, no se dio cuenta que acabo de quitar la perilla). Mira lo que lograste, ahora ya ensuciaste la alfombra con tu pinche regla bucal, y ya deja de lloriquear que no te he hecho nada que lo merezca, en cambio tú a mi. En serio si salimos bien de esto uno de nosotros no besará igual, y no voy a ser yo, así que sal del baño en éste momento si no quieres que yo te saque a patadas (ella sale, sangrando más, ahora el azulejo está lleno de sangre).

Déjame curarte (entro al baño, y saco del botiquín una gasa y alcohol), no quise hacerte daño, pero entiéndeme. Toma un trago de alcohol, pero no te lo tragues, sólo enjuagate la boca para que las heridas no se infecten. Yo no quiero hacerte daño, pero ya sabes que no debes hablar con nadie, no quiero que se enteren de lo nuestro, y menos tu madre, así que le vamos a decir que te caíste.

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